En nuestra sociedad se evita hablar de la muerte, y esto nos ha vuelto torpes para encararla. Para reflexionar sobre nuestro inevitable final, acompañar a quienes padecen una enfermedad terminal, apoyar a quienes viven el dolor de la pérdida de un ser querido o hablar con niños que preguntan por la muerte, necesitamos recuperar lo que en otras épocas era una costumbre: saber darle un lugar a la muerte para prepararse, acompañarse y transitar de la mejor manera las situaciones en que se hace presente.
 
Tenemos que aprender a hablar y pensar en la muerte para estar mejor preparados para enfrentarla. Si llega un momento en que ésta no se puede evitar, hay que enfocarse en lo que sí se puede hacer para que la muerte llegue de la mejor manera.
 
En el contexto de la atención médica, donde la mayoría de las personas muere hoy en día, hay diversas y continuas decisiones por tomar que ayudan a que los últimos días, semanas, meses, e incluso años, se vivan con calidad y dignidad. Esto aporta un gran consuelo tanto a la persona que muere (cuando sigue estando consciente) como a quienes deberán hacer el duelo por ella.